Mi provincia tiene maravillas soprendentes y fantasticas. Uno de estos días del verano, disfrutaba de una de "mis" playas favoritas El Ancla, es una playa en el centro de la bahía de Cádiz, hace pocos años no estaba urbanizada, la conocíamos como la playa de los jesuitas porque ellos tienen allí una casa de oración, en la que no sabemos si está Dios, pero aquello es la gloria en si misma, por supuesto. Rodeada, la casa, de mimosas de flores amarillas, y de otros árboles preciosos, tiene un mirador que parece colgado, agarrado a raices, casi cayendose, desde el que puedes ver toda la orilla del mar desde Rota hasta Cádiz.
Esta zona de playa tiene entre otros privilegios el habitat "semiprotegido" de una especie muy particular el camaleón. Subía las escaleras que dan acceso a la playa, cargada con mi sombrilla cuando de pronto casi piso el precioso camaleón que podeis ver entre mis manos. Lo cogí con sumo cuidado, no quería poseerlo, ni siquiera tocarlo pero preferí hacerlo para evirtarle posibles accidentes y lo saqué de las escaleras lo puse entre la zona arbolada para que pudiese proseguir su pausado camino, y yo el mio. Antes me hicieron la foto, yo aproveché para hablar con unos menores que me vieron y les dije que estos animales hay que seguir cuidandolos, protegiendolos e intentado que formen parte del precioso entorno de la playa de El Ancla.
3 comentarios:
Son preciosos.. yo los veo mucho. :)
Por razones distintas...pero ¡qué preciosas las fotos con que nos saludas en esta entrada!
El atardecer habla por sí sólo.
Y el mimo y cuidado que le dedicas a la "criaturita" también. Pero has tenido la cortesía de acompañarlo con tu texto que nos ilustra y sensibiliza.Después de verte y leerte creo que miraré a los camaleones con otros ojos. Gracias, Beli.
Un abrazo.
Gracias por tu visita. Ya te he colocado en favoritos.
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